Qué profunda
emoción…contemplar
el ayer con ojos de hoy
y dejarse mecer por el recuerdo que viene y
va,
que
flota y nos acuna, oscila y se balancea,
aquel recuerdo hecho nostalgia que tiembla inmenso y eterno,
entre
las aguas de la memoria.
Qué callada
quietud… grita
tu ausencia,
mientras ecos
de otros suenan a través de cielos abiertos,
entre
ríos de distancia, frente a muros abandonados,
y
siempre se escucha clara la voz que dejaste
en
aquella estancia donde todo es multitud.
Qué tristeza
sin fin… cuando
en la tormenta duele el alma,
y
se siente vacía la calma y se oye tu oculto silencio,
mientras
el amor escampa, entre sollozos de mandolina,
por
canales profundos, frente a paisajes dormidos.
Qué tristeza
hay… en
mi soledad si no está tu recuerdo,
si
no siento tu voz, si no vivo tu presencia. Si
me faltas tú…
no
lo quiero pensar, la misma canción volvería a sonar,
la
melodía de todas las ausencias, sin el encanto que hacía soñar.
Tengo
tu amor en mí y es suficiente para amar.
Sólo queda
un adiós… dedicado a la tristeza que se tambalea,
que
flota en el aire, que oscila y se balancea hoy y ayer
que
mece y acuna el atardecer,
con
murmullos de mandolina para recibir a la luna
y
a su eterno fulgor…
Porque
nada murió, Venecia está en ti,
el amor se guarda vivo
como
el corazón que lo cobija,
a
la espera de una canción,
que
lo acaricie al pasar…