martes, 28 de octubre de 2014

El silencio es un estado de ánimo...





Todavía creo ver el mundo en una gota,
suspendida en tu silencio,
flotando inestable y frágil, antes de la caída,
en brazos del aire,
con sus contornos curvos y sus aristas dentro,
su vientre deformado por el peso rebosante
de tantos antes,
de aquellos pasados horizontes -¿recuerdas?-
aquellos que construimos con barreras transparentes.

Aún adivino la flor que no ha muerto y la raíz que se hunde fuera,
la espina que se escapa y hiere,
las palabras ahogadas en la arena húmeda de tu corazón de agua.
Creo ver el cariño que aún te moldea por dentro
y me engaño pensando que existe y quiero la savia que era.
Y me prometo que nunca más desearé al cómplice del aire
que huye de la tierra verde
que solo abrazaré la raíz ocre que permanece entera.
Y me juro que nunca más me perderé en los contornos borrosos
que solo entierran y se niegan a brotar como otros antes.
Y me miento y callo hasta que el tiempo me apremia
y los ojos se pliegan hasta quedarme en el silencio que espera,
vive o muere.

El silencio es un estado de ánimo, inquieto
una espera fértil, un intervalo a tiempo,
un tiempo sin medida, un eco atento
hasta que las palabras caen,
sencillas, 
vencidas, 
hasta la tierra sedienta,
al fin, rotas, por su propio peso.



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