jueves, 30 de junio de 2011

Lección aprendida

No se aprende, ni aunque pasen los años y pesen los días…
Se deja el corazón en cualquier rincón, desprotegido, en lugar incierto, en tierra de nadie. Se entrega allí donde nada crece ni fecunda. Solitario, torpemente disfrazado de tentación que nadie desea morder, a merced de miradas indiferentes y sentimientos muertos.
Se olvida como un mendigo sin limosna, clavado en el presente, engañado por el futuro. Vive zarandeado por el rechazo, mareado por las dudas, aturdido por los silencios; agotado y senil.
A medio camino hacia ninguna parte, uno regresa a rescatarlo y vuelve sobre sus pasos, más derrotado que nunca. Y avanza, de nuevo, con el corazón apresado en las manos, vestido con una nueva capa de dolor, jurando no volver a dejarlo libre, prometiendo que estará buen resguardo, conjurando el temor de que jamás se vuelva a escapar. 
Con la lección aprendida, hasta la próxima vez…

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