martes, 28 de junio de 2011

Llegará un día...

Llegará un día en el que ninguna mujer tenga que usar sus manos para ocultar la humillación de una bofetada, el dolor de todos los desprecios, el miedo a la muerte, la impotencia de saberse a merced del verdugo que consideraba su compañero, su amigo, su amor.
Ese día en el que podrá quitarse todos los escudos y enseñar su rostro con dignidad, fuerte y libre. Abrir las manos y sentir que vuelven a ensayar caricias mutiladas durante mucho tiempo. Un nuevo vestido sobre el cuerpo, seda sobre la piel, azul sobre los ojos, rimel en las pestañas, rojo en los labios. Nuevas caricias al abrir los brazos y acoger en ellos a sus hijos, sentirlos moverse a través de su vientre, verlos crecer sin rencores ni temores.
¿Ante quien hay que levantar las manos para que llegue ese día?

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