lunes, 23 de enero de 2012

¿Cómo es posible?

Cómo es posible que te extrañe tanto… que tu ausencia se enrede entre mis horas de la mañana a la noche, visible con las primeras luces del amanecer, en esa curva de la carretera, en la taza del café. Cómo es posible que resista más allá del sol, oscura en la noche, intensa y dolorosa cuando cierro los ojos. Cómo es posible que se agite inquieta y me envuelva en un espeso abrazo de niebla, cálido y prometedor, mientras me desespero, te anhelo, te busco en cada lugar, entre pensamientos fugaces y sentimientos hondos, en cada gesto de mi cuerpo que te persigue sin rumbo.
Cómo es posible que te extrañe tanto… si tu presencia está en mi, dentro de mi, en el centro de mi memoria, en cualquier esquina de mis recuerdos. Si llevo el eco de tu voz resonando en mi interior, el roce de tu piel jugando con mis sentidos, tu mirada tierna grabada en mi ojos y las líneas de tu sonrisa dibujadas en la mía. Si vives acomodado en mi corazón… ¿Cómo es posible?

lunes, 16 de enero de 2012

Aprender a dudar

Con el paso del tiempo se marchitan las rosas, se arruga la piel y se encogen las certezas. Los años reducen las verdades, las aprisionan entre dudas y las acumulan en un confuso y gran montón junto a los recuerdos de experiencias pasadas, fallidas, sorprendentes, imprevisibles. Aciertos y errores se convierten en caras de la misma moneda, donde el anverso y el reverso dependen del momento, de las circunstancias y de los demás. Y por cada cabello que encanece, surge una nueva duda, mientras las verdades absolutas se visten de quimeras.
 De las preguntas de la infancia se pasa al miedo a las respuestas en la adolescencia. Las decisiones vitales de la madurez se reducen a la sabiduría de la duda en la vejez. Aprendes que juzgar es la mayor injusticia, que tras toda sonrisa se oculta una pena, y que todas las direcciones de la vida, en calles de ida y vuelta, muestran sólo las fachadas que ocultan lo que guardan dentro. Aprendes que todo cambia a cada instante, tan rápido e imprevisible como tú mismo. Aprendes que nadie puede atrapar la seguridad de lo incierto que es vivir.
Crecer es aprender a dudar, esa es la única sabiduría. Y cada pensamiento ser reconstruye de nuevo, cada año, con cada arruga, acompañado de un “tal vez”, “quizá”, “a veces”…
A mi padre.