jueves, 27 de junio de 2013

A la luz...

Tienes miedo, como todos, y temes,
arrojar a la luz tus pedazos
y que otros los extiendan sobre suelo
destrozados, sin compasión ni consuelo.

Temes, como todos, y piensas 
que la vida se protege en lo oscuro del silencio
mientras ella grita por una bocanada de luz,
que pare la lluvia y despeje el cielo.

Tienes miedo, como todos, de ti
desnudo
incomprendido
vencido 
y solo.

No eres tú, somos todos,
un miedo junto a otros miedos,
temores somos,
escondidos y a la espera del valor
que se desborde alto y claro, 
por el cauce de una vida de recodos inciertos
a la luz de una piel
y unos brazos alrededor…




jueves, 20 de junio de 2013

Tu manera de querer


“Aún recuerdo tu manera de querer… cómo olvidarla. Se ha quedado entre los encajes de mi memoria, cosida con hilo de seda, mientras confeccionaba el ajuar de boda. De seda, así eras. Tan suave que te deslizabas sobre los sentidos, por sorpresa y sin avisar. Tu cariño me tocaba en el hombro, desprevenida, y me hacía girar la cabeza y colorear las mejillas. Rubor por tu osadía, por la suerte de que alguien pudiera estimar a tan poquita cosa: bajita, morena y vulgar, tan del montón como un grano de arena. Así lo decía mi abuela.

Tus palabras me resonaban en los oídos, susurrando tu abrazo, incluso desde la distancia, en el momento exacto que lo necesitaba, como si lo supieras, como si me miraras escondido en alguna ráfaga de aire. Sabías estar presente en mi cabeza y pasearte por mi corazón a tiempo completo, sólo con la brújula de tu intuición. Tú resonabas dentro mí,  como una campana vibrante y bien timbrada, que me llamaba a impulsos, a golpes de amor impacientes, imposibles de ignorar.

Tu manera de querer me hizo especial sin serlo. Fuiste muy generoso. Me diste tanto, de repente y tan intenso, que no me dio tiempo a pensar si era demasiado. El viento sopla fuerte a ratos, las tormentas pasan y los chaparrones se convierten en fina lluvia que apenas cala. Así pasó…

Pasaron las palabras de amor, los guiños de complicidad, las llamadas y  los sonidos, la emoción de sentirme querida. La seguridad y la rutina silenciaron todo. Pasó la boda, nacieron los hijos, recibimos a los nietos. Días, meses y años junto a tu manera de querer, desde el cielo hasta la tierra, del todo a la nada.

Siempre te has reído de mi afición a los culebrones, en las largas tardes de sofá. Pero en uno de ellos, lleno de sensibilidad, encontré la clave de mi vida. Él decía: “Hay muchas formas de amar, hay muchas maneras de querer…” Y ella le respondía: “De querer yo sólo sé una: sólo se quiere con el corazón.”

Y ¿sabes qué? El corazón late siempre, no se para, no pasa... Se mantiene vivo porque conserva su ritmo cada segundo de la misma manera. Un querer que no late siempre igual, está muerto.

No te escribo esta carta para hacerte reproches, amor, soy demasiado vieja para cambiar y estoy muy enferma; lo siento por dentro. En esta cama de hospital siento que se me va la vida y con ella me llevo tu manera de querer, la que ahora me guiará a otro cielo. Y me voy agradecida, con los ecos vibrantes e intensos que todavía resuenan en mí… ”







La puerta




La mejor decisión es la que abre la puerta de la felicidad,
pero … ¿quién la ha visto?

Siempre estamos junto al dintel,
escudriñando maderas sin llamador o paneles ciegos…

Al borde de una puerta con un futuro intuido,
con miedos antiguos y renovados,
con un sueño deseado,
con algún resquicio al fondo,
y un rezo convencido y esperanzado 
para que aparezca la llave…


jueves, 13 de junio de 2013

"Nunca llegues tarde a tu propia historia"


Cada vez estaba más nervioso, lo sabía y no podía contenerse. Respiraba a golpe de pulmón y en el cenicero se acumulaban las colillas que volvía a encender a la mitad con dedos trémulos. La página en blanco que enmarcaba su portátil le obsesionaba y le acusaba al mismo tiempo, más deslumbrante y vacía que nunca, mientras la última llamada del editor le apremiaba en la cabeza: “Debes entregar cuanto antes el segundo manuscrito. Es la única oportunidad de consolidar tu carrera. El primer libro fue algo prometedor, pero se olvidará pronto si no demuestras lo que vales con el segundo”.

Qué complicado dar la talla por segunda vez, saber si estás a la altura cuando aumenta la exigencia, comprobar que la cumbre se eleva cuando te detienes hasta llegar a ser invisible. Y más solo cada vez.

Aquella noche, como tantas otras, buscaba desesperado ideas que hilaran una

nueva historia: impactantes, renovadoras, definitivas. Ideas que lo elevaran a la 


cima literaria con un legado para el recuerdo, con el sueño de permanecer durante 


siglos convertido en letras. Por su mente vagaban espías, caballeros templarios, 


vampiros, esnobs de Nueva York, héroes trasnochados, yonkis de extrarradio y 


mujeres fatales con amantes traidores.

“Está todo tan trillado”, pensaba. “Es como si otros hubiesen escrito ya todos los relatos, de principio a fin. Como si ya estuvieran escritas las únicas historias dignas de ser contadas y yo llegara tarde a todas ellas…”

Aquella noche, como tantas otras, junto a los personajes que bailaban en su cabeza, aparecía una figura quieta y serena a la sombra de un ciprés. Una imagen que permanecía inmóvil en su mente desde hacía tiempo y que siempre trataba de ignorar. Le inquietaba el anciano de cabellos blancos y alborotados que reposaba sentado sobre una lápida desconocida, con las rugosas manos entrelazadas, esperando. Tal vez, esperándole… “¿Para qué? ¿Por qué vuelve, una y otra vez?”.

Tras aquella noche, al llegar el alba, decidió seguir el impulso de la alucinación que le aguardaba a la sombra del ciprés. El cementerio estaba apenas iluminado por los primeros rayos de sol y, entre flores marchitas y ecos de lágrimas, lo encontró. Se detuvo frente a sus pequeños ojos oscuros que le reconocieron y con su mano extendida le mostró la inscripción de la lápida: “Nunca llegues tarde a tu propia historia”.

¿Y esto qué significa? ¿Que debo escribir sobre mí?

Tú eres, como todos, único. Tu historia también lo es y lo será.- contestó el anciano.

¿Y qué puedo contar?

- Tu historia, como la de todos, está forjada por el amor. Es lo único que hay y habrá.- le respondió.

- No puedo escribir sobre ella. La enterré hace años. Todo puede salir a la luz menos el verdadero dolor. El dolor es la sombra que no se revela...

- Hazlo ahora. A tiempo. Llega hasta el fondo de tu historia porque es tu vida la que se escapa  si no avanzáis al mismo tiempo.


Con estas palabras, musitadas apenas, el anciano desapareció de su vista. 

Permaneció junto a la lápida hasta que el sol volvió a despedirse un día más. 


Y aquella noche, por fin, frente a la página en blanco, escribió…



CAPÍTULO PRIMERO


Soy escritor, tengo 45 años, y una vez maté a una mujer… dentro de mí…




martes, 11 de junio de 2013

Te espero...







Te espero cuando empiece la noche
y regresen los sueños que aún me quedan,
los que me sostienen, los que me mueven,
los que me aquejan.
Te seguiré esperando cuando asome la madrugada
y el sol aparte la oscuridad que cubre los años,
los que me duelen, los que me protegen,
los que te alejan.
Sola sobre maderas viejas y recuerdos desgastados, 
respirando polvo de olvido. Arropada por el calor
que se quedó enredado entre los nudos de la piel,
pulida por caricias de amor.
Aquí estaré esperando cuando ya no quede cuerpo
que sostenga mi alma. Seguiré el balanceo bajo la luz,
en mi rincón, meciéndome suave y lento, 
de un lado a otro de un sueño,
una y otra vez, vienes y te vas,
como el haz de luz que rompe el día. 
Y yo te esperaré soñando que te invento,
que no he muerto, que todavía vivo
y que te espero…

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