viernes, 12 de diciembre de 2014

Recuerda la ternura...



La mano es la primera que rompe y asoma,
rasga el agua y se abre,
a tientas se extiende y anuncia
que el cuerpo aún espera
el resto de su salvación.

Intuye la mano su forma y se abre,
los dedos aferran el aire y siente el corazón
que ya no es náufrago bajo el agua,
que ya es superviviente
de un pasado vacío y de un presente frío,
de un calendario de días líquidos y de horas
que se diluían al contacto de la palma,
hambrienta de afecto y compañía,
colmada de rencor y agravios.

Ahora nada para vivir; 
nada lo será todo,
brotará como la corriente un caudal
hasta el charco donde desperdiciaste un deseo,
hasta el mar lejano que nunca esperó al río,
y nada hasta llegar a la gota
que siempre permaneció contigo.

Abre por fin los ojos y atrapa la luz,
roza las sombras y olvida
la oscuridad que perfila al ser de agua.

Y recuerda que para volver a ser hombre
tendrás que secar la piel al sol que eras.
Y recuerda que la piel
sólo está hecha de ternura...


lunes, 1 de diciembre de 2014

Inmortal



De pequeñas escenas en un gran teatro 
se fueron forjando nuestros personajes.
El mío, apocado y breve, aplaudía al verte;
el tuyo, siempre alegre, recibía lisonjas largas,
y así, entre coros y risas falsas,
hallamos la eternidad al fondo 
de lo que ocultaba el escenario, 
descubrimos lo que no moría
más allá del horizonte azul creado por la tramoya,
disfraces de alma, maquillajes de piel; 
todos eran otros, 
decorados como tú, pintados como yo,
nadie era el mismo con su voz,
y allí, tras lo que escondía el telón, 
el público murmuraba en la platea 
y nosotros, inmortales, reescribíamos nuestro guión.

Conocemos nuestro papel, lo leemos cada día
tú lo declamas seguro y yo lo imagino, turbio pero feliz,
lo adorno con una carcajada nueva, 
lo impulso con un grito desde las entrañas,
y, a veces, lo lavo con restos de lágrimas
que otra actriz dejó, húmedas y calientes,
al sentirse sobre estas tablas.

No veremos las butacas vacías,
las escenas se entrelazan sin final,
y así, cuando ya no estemos ni tú ni yo,
alguien seguirá escuchando la soledad
acomodado en un palco o entre bambalinas
temiendo o esperando, tal vez,
que alguien más le represente la vida y le diga
que la comedia la llevamos dentro,
y la tragedia es una mentira más 
que nos hace renacer.