viernes, 11 de noviembre de 2011

Hubiera bastado con un abrazo...

…o con un beso, o con una palabra de cariño. Cualquier gesto de calidez, de cercanía, de consuelo hubiera bastado para frenar las lágrimas cuando las fuerzas llegan al límite, cuando te inunda la fiebre, cuando se siente un rayo de dolor que parte en dos la cabeza. Cuando dar un paso más allá del borde de la cama es una aventura imposible… 
No puedes mirar cara a cara a la enfermedad. Nunca pudiste. Ni asumir los pocos momentos en que te venció, ni acercarte a la de los demás. Te paraliza el miedo a un enemigo desconocido y rebelde que no puedes doblegar con tu eficacia de ejecutivo. Tratas de acudir a los remedios prácticos, revisar el tratamiento médico, los fármacos, el reposo, reorganizar todos los esquemas. Pero el dolor no tiene medida, lógica, ni control, y puede ser invencible cuando el siguiente paso es temer a la muerte segura, sentencia final e ineludible para todos. Ese terror oscuro de niño desvalido se refleja en tu expresión cada vez que alguien a tu lado se siente enfermo. No entiendes porqué ese rostro sonriente aparece ahora desfigurado por el dolor, abatido por la enfermedad. Te vence el miedo, cargado de impotencia, a perder de un sólo golpe lo que amas, los pilares que sostienen tu vida, y enterrar las razones que te empujan a seguir adelante. 
Nada ni nadie supera a la muerte y recuperarse de cualquier enfermedad es una difícil prueba. Pero la valentía de vencer la aprensión y los temores, y ofrecer a tiempo una caricia, una mirada, un gesto de cariño puede ser más efectivo que el más refinado y costoso de los tratamientos. Un simple, un sencillo abrazo, da vida. 


“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”. Sigmund Freud.

1 comentario:

  1. Vaya con Freud... ¿Se puede estar más de acuerdo? El poder de la sugestión mental todavía no lo ha superado nadie. Ese poder que puede hacer sanar tu cuerpo en respuesta a un estímulo: un abrazo, una caricia, un beso... incluso una palabra bien dicha en el momento oportuno.

    ¡Un saludo, María José! :)

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