sábado, 1 de septiembre de 2012

Abismos particulares


Hay temporadas, hay días, hay momentos en los que nos acodamos sobre el borde de nuestra vida y contemplamos su paisaje. Queremos sentimos dueños y señores del horizonte, dominarlo hasta donde alcanza nuestra vista. Notamos su entreverada claridad: de cerca, lo cotidiano; al fondo, el porvenir que destella y se oscurece de ilusiones y miedo. Percibimos colores que podemos cambiar con un sólo gesto o una simple palabra, lo que siempre haremos o jamás diremos está al alcance de nuestros ojos, al dictado de nuestra voluntad. Podemos cambiar y quitar rastrojos que nos empujan a tropezar; orientarnos en laberintos de ciudades deshumanizadas; bordear las conocidas lagunas de fracasos en las que nos ahogamos con tan solo poner un pie, y talar las ramas de aquellos árboles que otros plantan en medio para impedirnos disfrutar de nuestro cielo.
Sentimos el impulso de la brisa de lo que queremos. Se percibe cálida, suave, estimulante: se llama esperanza.
Todo lo que no vemos se oculta a nuestros ojos, se esconde en abismos particulares: oscuros y privados horizontes interiores. Insignificantes o livianos, profundos o justificados. No se ven, pero se sienten a través de la llamada del miedo. El temor de lo que nos espera, desconocido y voluble, caprichoso traidor disfrazado de incertidumbre; el pánico a no tener fuerzas para vencerlo…
Terrores que se transforman en errores diarios y nos acercan a la caída: ninguno se libra de ellos. Desde el que niega ser el más poderoso hasta el que cree ser el más débil. El miedo que habita en cada abismo interior nos iguala a todos. Podemos escondernos en él y dejarnos llevar por la indolente calma que flota en la oscuridad. O podemos comprobar que todos los abismos se sobrevuelan con las mismas alas: el placer de amar y la seguridad de ser correspondido.




Gracias a la foto de @Avisnigra67

2 comentarios:

  1. "El miedo es libre" escuché decir una vez... demasiado, tanto que puede ser incontenible. Por eso hay que ser sabio para ponerle coto, mantenerlo a raya y dominarlo. Para eso, nada mejor que procurar vivir con la mayor plenitud. Y así, quitarle el aire del que se nutre.

    Abrazos! :)

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    1. Muy cierto y muy sabio lo que dices. Es una lucha diaria vencer el miedo pero se puede ganar, y respirar sólo aire de libertad ;)

      Muchos abrazos! :)

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