lunes, 17 de septiembre de 2012

Mosaicos


El silencio se había instalado entre los dos y no sabía cómo llenarlo. Buscó respuestas rascando continuamente su calva, rala y canosa, y detuvo una vez más su mirada tímida ante la joven periodista que, sentada frente a él, esperaba paciente. Quería saber cómo empezó a crear aquellos impresionantes mosaicos, construidos con noticias, fotos y titulares de lo más variopinto y de tanto tiempo atrás. Los creaba con mimo y perseverancia, como un dedicado artesano manejando recortes como teselas, desde hace tantos años que la fecha se había borrado de su memoria, y ahora, comprobaba atónito que el periódico de la ciudad se interesaba por ellos. Ni siquiera sabía cómo se habían enterado de su silenciosa afición.
Apurado, se rascó otra vez la ya dolorida cabeza e hizo un nuevo esfuerzo. “Mire, mi padre tenía un cinturón muy convincente, y a los 16 años me obligó a traer dinero a casa. Comencé de repartidor de periódicos; así le cogí el gusto a leerlos. El papel raspaba y la tinta manchaba, pero ese tacto me reconfortaba. Un día sacaba una foto, otro, sólo unas líneas. A veces no había nada que valiera la pena…”
La estaba aburriendo con su pobre historia y sus balbuceos. Lo sabía. De repente, ella se levantó y aproximó la cara, muy de cerca, a uno de los últimos mosaicos que había creado, pegado en la pared. “Apenas se leen las noticias, y de las que se distinguen, ninguna es importante. Aunque el conjunto es bonito, claro”, comentó ella con una mueca. “Son importantes, señorita, sí que lo son.” Levantó la cabeza con dignidad y continuó: “Puede que no vea nombres de grandes personajes, que poco me interesan. No son ellos los que embellecen mis mosaicos, ni los que le dan forma y vida…”
“Mire aquí… unos guardias civiles en medio de una carretera perdida en el campo ayudaron a dar a luz a una mujer. Aquí… un grupo de vecinos hicieron de barrera para que no desahuciaran a una familia. Aquí… una mujer se encerró ocho horas en el banco para que le devolvieran su dinero. Aquí… una turista grabó un corazón en la Alhambra de Granada. La multaron por su gesto de amor. ¿No merece la pena guardarlo? ¿No le apetece soñar cómo sería su arrebato de pasión en un lugar tan hermoso para querer dejar así su huella?”
“Así como la vida cambia, señorita, cambian mis mosaicos. Todos somos sus piezas, inmortalizados en los periódicos, escondidos en alguna de sus frases, entre la negra tinta de un suceso o las manchas de una fotografía borrosa. Entre lo que nos perjudica y nos afecta, seguimos latiendo. Evolucionamos y resistimos. Puede que los que nos aplastan en grandes titulares nos ignoren, pero somos los que, de verdad, importamos.”
Al día siguiente, el periódico de la ciudad titulaba: “Un vecino crea más de cinco mil mosaicos con noticias”. Apenas cuatro líneas, en la esquina izquierda, en la sección de local, en la última página…

Relato escrito para @diariofenix





1 comentario:

  1. “Puede que no vea nombres de grandes personajes, que poco me interesan. No son ellos los que embellecen mis mosaicos, ni los que le dan forma y vida…”

    Decía Javier Tamarit en relación a nuestra película "No hay construcción humana en la soledad". Tú lo cuentas aquí de forma muy bella.

    Un abrazo Mara!

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