viernes, 20 de junio de 2014

Un poema tras la puerta



Te dejé un poema tras la puerta. Esperando.
Tenía voces y luces y susurros desesperados, suplicantes.

Al tocar la primera palabra, expectante y tímida,
al presionar el cerrojo, celoso protector,
giraría la llave con todas las letras en orden, mudas y plenas,
al unir las sílabas, poco a poco, crecería el verbo, el grito vivo, 
que esperaba traspasar el dintel con su fuerza tras el umbral.

Pero tu mano no alcanzó la llave, ni abrió la puerta,
ni se acercó a su secreto, ni intentó entenderlo.
Nadie te ayudó a limpiar las telarañas del miedo,
las que con un soplo de valor se van,
las que temen al coraje del que mira sin dudar.

Pensaste que era viejo el misterio, conocido enemigo
que encerrado viviría, que el tiempo lo cubriría
y el olvido mataría la llave, la puerta, el amor y el mensaje.

A veces suena su metal con el viento, 
cruje su piel de madera, chirría su eco silenciado
y se remueve el poema con sus palabras antiguas,
humildes aspirantes, leales amigas, fieles moribundas
que sueñan una resurrección en tu alma.

Aún espera el poema, más allá de ti. Y siempre frente a ti. 
La llave ante tu mano, el tiempo detenido, la espera final,
y el amor atento reclamando libertad. 



2 comentarios: